─Por
favor, dilo otra vez.
─Tú
eres la más hermosa criatura de la Tierra.
─Hmmm.
Qué rico. Quiero más.
─Y
no sólo eres hermosa por fuera. Cuanto más te conozco, más de la Luna me
pareces. Y del planeta del Principito.
─Esa
parte no la escribió Saint-Exupéry…
─Porque
iba en un aeroplano de papel y cayó en el océano. Algo así como Ícaro.
─Oye,
por qué te gusto tanto. A veces hasta me asustas.
─Tus ojos son mis ojos.
Tu corazón, mi corazón.
─¡Ay!
Eso tendría que haberlo dicho yo, maldito.
─Tú
me amas. Lo nota cada célula de mi cuerpo. Hasta ahora yo no sabía lo que era
ser amado.
─Ay,
mi Amor. Mi Señor. Dices cosas que me desarman, que me abren puertas secretas
dentro de mí.
─¿Exploramos?
─No
sé lo que puede haber ahí. Me atreveré si vamos de la mano. Cántame una
canción.
─De
qué planeta vienes, de qué lumbre ancestral,
de qué mundos incógnitos donde se encienden
lámparas.
al Dios de la belleza…
***
─Sé
que eres el amor porque mi corazón salta de gozo en tu presencia.
─Tú
me has elegido. Yo sólo te vi y pensé: es la criatura más hermosa de la Tierra.
─Pero
si no llego a tomar cartas en el asunto, ¿me hubieras dejado pasar?
─No
sé. Hasta que llegaste tú no me consideraba digno de ser amado.
─La
belleza está en ti. Mi belleza está en tu mirada.
─¿Sabes
cómo se decían te quiero los indios apaches?
─A
ver, di.
─Tus
ojos son mis ojos. Tu corazón, mi corazón.
─Pero
dímelo en apache.
─Chi inta ni inta. Chi inchi ni inchi.
─¡Guau!
Ya me has devuelto a dejar pasmada. ¿Iowa es territorio apache?
─Pues
no lo sé muy bien. Los apaches, los comanches, los sioux, pillan más por el Far
West, Colorado, Arizona, Nuevo México… Investigaremos las grandes praderas.
─Un
pueblo que se dice te quiero de esa manera es un pueblo de poetas.
─¡Por
los apaches de Gerónimo!
─Dímelo
otra vez en el oído.
─…
─¡Chi
inta ni inta!
─¡Chi
inchi ni inchi!
Eduardo Fraile