sábado, 15 de diciembre de 2018

La cita y el viaje


─Quizá, cuando pase mucho tiempo y estemos ya en el siglo XXI…
─¿Qué ves?¿Cómo seremos?
─Bueno, me gustaría recordar este momento de plenitud. No sé. Ojalá estemos juntos y seamos uno, pero si no fuera así podríamos quedar en La Luna, por ejemplo, dentro de 20 años.
─No. Me prohibiste pensar estas cosas que ahora estás pensando tú. Ni hablar.
─Tienes razón.
─Dijiste (bueno, me lo escribiste): ¡Es una orden!
─Eso. ¡Una orden!
─Date la vuelta, que te voy a dar unos azotes en el culo.
─Sí, por favor. Y luego me los curas como tú sabes hacerlo.
─¡Sí! ¿Qué decías de quedar dentro…
─¿Dentro? ¡Sí, dentro, por favor!
─Así que querías quedar…
─¿Qué es quedar, mi señor?
─No sé, ¿esto?
─¡Sí! ¡Quédame! ¡Quédame viva!

***
─Cuando salgamos de aquí vamos a hacer un viaje muy largo juntos. Todas estas semanas de reclusión van a ser como la plataforma de lanzamiento. Luego, a lo mejor no podemos parar hasta… Seguro que si llegamos al sitio que nos esté destinado lo sabremos enseguida. ¿Te imaginas que nos quedamos a vivir en…
─En dónde.
─Qué sé yo. O a lo mejor volvemos a nuestro café de la Cruz Verde. ¿Tú te ves en una gran ciudad, tipo París o Nueva York?
─La verdad es que no, pero contigo todo puede suceder…
─Qué expectación. No sabemos qué va a ser de nuestra vida, excepto que queremos estar juntos, ¿no?
─Eso, qué bien hablas. Serás nuestro portavoz en los países anglófonos. Francia déjamela a mí.
─Total, si en todos los sitios encontraremos un ángel…

Eduardo Fraile

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