—Pero
lo que más me gusta de todo es el pan con magdalenas. Son dos cosas que me
gustan ellas solas, pero juntas… ¡Buah!
—Salado
con dulce. O pan con flan. A que te gusta también.
—¡Pues
claro! ¡Es total!
—Mi
madre dice el refrán: pan con pan comida
de tontos.
—Pues
tú de tonto ni un pelo. Eres el primer tío que no se avergüenza de mí, que como
pan hasta con la tarta en los restaurantes guays.
—En
fin. Habrá un día en que todos tengan una carta de pan, como la carta de vinos…
—¡Profeta!
—Y
seguro que alguna modelo del siglo XXI saldrá en las revistas diciendo cosas
como las que dices tú. A ver, señorita W,
¿cuál es el secreto de su belleza?
—Pues
la alimentación. ¡Como mucho pan! ¡Pan lechuguino de Valladolid, España!
—Y
los agricultores se forrarán vendiendo su trigo candeal. No se lo van a creer.
Todas las chicas guapas del mundo comprando pan de nuestros pueblos.
—Seguro
que entonces habrá un sistema de distribución con pequeños aviones o algo
parecido…
—¡Adivina!
—Adivina,
adivinanza. Es un bicho malo que tiene dos plumas. Una se la he regalado yo, y
con la otra…
—Con
la otra, ¿qué hago con la otra?
—Maravillas
inconfesables. Secretos que no podré contar en las revistas del couché avec moi.
—Ya
me parecía a mí que con pan solo…
Eduardo Fraile
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