Me la encontré con un destornillador
y unos alicates, arreglando la lavadora. Ante mi estupefacción, sonrió
divertida:
—Oye, ni que hubieras visto un
extraterrestre.
—Qué sexy está mi amor en traje de
mecánico electricista.
—Esto ya está. Creo que funcionará.
—¿Pero entiendes de estas cosas?
—¡Anda! También he arreglado el
calentador, que tenía los quemadores sucísimos.
—Pedro no se lo va a creer. Si se lo
digo te lo va a querer pagar.
—Demasiado está haciendo por
nosotros. Justo es que colaboremos un poquito.
—Justo es. Qué lástima de no tener
aquí una cámara fotográfica, para inmortalizar este momento.
—Este momento ya es inmortal.
Incluso cuando nosotros hayamos muerto, alguien lo sumará a su vida y volverá a
disfrutarlo de nuevo.
—La chica más sexy de la Tierra con
la cara tiznada, que se está desnudando para ducharse.
—Ven conmigo, que le vas a pasar la
esponja a tu Venus de taller de las Delicias.
—¡A sus órdenes!
—¡Que me lo tengo merecido!
Eduardo Fraile
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