sábado, 20 de julio de 2019

El pozo


—Sólo nos faltaría un pozo en este patio recoleto para que nuestro refugio sea perfecto. Sacaríamos agua con un calderillo de zinc. Seguro que las monjas tienen pozo. Por aquí pasaba uno de los ramales de la Esgueva, así que habrá agua a tres o cuatro metros.
—Qué guay, un pozo. Pozo y golondrinas. Para qué más.
—Y eso que este año tan húmedo las golondrinas casi no han podido alimentarse.
—Las golondrinas cazan también los días nublados. Pero pobrecillas, les gusta más el calor.
—Oye, si hubiera un pozo podríamos sacar la luna llena en el caldero, cuando se reflejase.
—Y las estrellas lejanas. Una herrada de estrellas.
—¡Una herrada! ¡Qué bien hablas! ¡Con qué propiedad y elegancia y con qué todo!
—Oye, que yo también me codeo con los grandes poetas. Algo se me había de pegar.
—Al que se le va a pegar tu luz es a mí. A fuerza de mirarte y mirarte.
—Tú eres un adulador gatuno. Qué querrás, qué querrás…
—Querré beberte. Querré comerte. Querré saciarme de ti.
—No, si ya te veía yo venir, afilándote los bigotes…

Eduardo Fraile

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