sábado, 7 de julio de 2018

Canciones para Iowa


Tu belleza me deja estupefacto,
ta beauté me laisse stupéfait.
Te toco y no puedo creerte,
te acaricio como si preguntara por qué
o cómo, o qué he hecho yo para merecerte
(o más bien por qué no mereciéndote
te has entregado a mí).
Y meto mis dedos dentro de la herida
(ya no sé si en tu pecho o en el mío)
una y otra vez,
hasta perder la fe,
hasta perderme en el árbol del conocimiento…

***
Duermes como un piano de cola que se queda abierto
tras una noche entera de jam session
o como el dinosaurio de Augusto Monterroso
(porque el que se despierta en su cuento mínimo es el dinosaurio)
con toda la columna vertebral en escalera
hacia el cielo.
                       Stairway to Heaven

***
Sé que te marcharás, que me dejarás, que te irás de mi lado,
de la misma manera que viniste…
a mí. De la misma increíble y mágica y sobrenatural manera
en que posaste tus ojos sobre mí y me elegiste.
Es fácil creer que merecemos el ángel que nos pasa
y quizá lo perderemos por eso precisamente.
Sé que tras cada instante hay una esquina
por la que puedes desaparecer.
No creo que pudiera despertar de ti sin tu presencia a mi lado,
pero tengo que ir haciéndome a la idea
de que te perderé.

***
─Nunca me había sucedido esto: escribir desde la dicha, desde la felicidad, desde el estupor de ser amado. Te debo esta sacudida, esta dislocación del punto de vista, este salirme de mí para verme en el ángulo donde no pensaba estar jamás, porque era allí donde antes miraba: el horizonte del deseo. Y por eso ahora miro al futuro sin ti.

***
De Iowa a Nevers

Mi querido poeta:
            He leído tus maravillosas tonterías mientras estabas dormido. Yo no te voy a dejar nunca. Entiendo tu temor a perderme. Es natural. También yo quiero que esto que me pasa contigo no se acabe jamás. También yo tengo miedo, en el fondo del charco de mi felicidad. Debe ser como los que tienen mucho dinero y cuanto más tienen más temen perderlo todo. No sé lo que nos deparará el futuro, pero doy gracias al cielo por cada día contigo, por cada hora contigo, por haberme sentado a tu lado aquel día en nuestro café. Y aunque me gustan mucho tus canciones, prefiero que no imagines en ellas lo que no queremos que suceda ni en las palabras ni en los sueños, y mucho menos en la realidad.
                        Es una orden.
                                                Tuya forever,
                                                                        I.



Eduardo Fraile

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