sábado, 27 de febrero de 2016

Ya se van conociendo los días

Santo Tomico, el día más pequeñico, oigo tu voz
pespunteando en la luz, la poca luz sedente,
claudicante, capitulante ya, casi yacente,
la luz yéndose a acostar, a ponerse el pijama
de invisibilidad. Y entonces dejabas la labor,
repasar unas medias, unos calcetines,
o el mínimo bordado de un pañuelo con unas iniciales
sobre las que un día lloraré. Y por los Reyes
el paso de los bueyes, qué bella lentitud
de la reja del arado de la y griega
hendiendo la corteza del firmamento celeste…
¿Qué significaba ese refrán? ¿Que a partir de los Reyes,
lentamente, al paso pedregoso de las yuntas de bueyes,
irían ensanchando poco a poco los días?
Y en momentos así, cuando parece que hay una sonrisa
que dura más en su mirada hacia el ocaso,
susurras tras de mí, como una brisa cálida
llena de aroma a salvia y a tomillo y romero:
Ya se van conociendo los días…


Eduardo Fraile

1 comentario:

  1. Ay, Eduardo, qué delicia de poema. Mi madre, en esta época de año, decía algo muy parecido: «Ya se le conoce a los días...». Sí, parece que la oigo tras de mí diciéndolo.

    Un abrazo desde el campo helado.

    Manuela

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