sábado, 2 de febrero de 2019

Cuadernos de Iowa/VI


            Nevers,
          imagina que yo soy la Poesía. Entre todos los poetas del mundo te elijo a ti porque eres el único que no creía merecerme. Imagina que yo soy el Amor: me entrego a ti porque contra toda razón me esperabas. Y contra toda fe.

***
         Cuando estás cerca de mí, cuando estás junto a mí, cuando estás dentro de mí… Si estás cerca te noto. Te detecto. El espacio y el tiempo cambian en mi corazón. Cuando llegas, cuando estás a mi lado tiemblo toda. Vibro. Aleteo. Todas las células de mi cuerpo baten palmas de alegría. Cuando entras en mí, una deflagración, un latigazo, un rayo me recorre de la cabeza a los pies. Y me partes en dos.


***
            Me pareció encantadora tu inseguridad sobre ti mismo, sobre tu cuerpo, sobre si eras hermoso, sobre si podrías gustarle a alguien como yo. Por Dios. Mi belleza no es superior a tu belleza. Es más, tú haces que yo brille. Me enciendes la luz. ¿Te pasa a ti lo mismo conmigo? Pero ojalá no pierdas nunca esa ingenuidad y ese pudor adolescentes. Voy pisando ringleras de creídos que no tienen de qué, y tú permaneces erguido como el árbol más maravilloso de todos.

***

            Mi amor,
           qué guapo eres. Y qué distinto a todos eres. Ni se te ha ocurrido pensar por un momento que me merecieras. Tú sí eres un regalo para mí. Veo cómo tocas los libros, cómo, con qué delicadeza y sabiduría los tratas. Me siento el mejor de los libros en tus manos. Así me usas a mí, así pasas mis páginas. Así me tienes. Así me posees.

***
        Así me lees, mi amor, así me escribes. Quizá soy tu poema, quizá soy tu palabra. Mi piel, en la que escribes cosas. Mis labios, que dicen tu silencio. Mi cuerpo que es tu libro, el libro donde has escrito, donde estás escribiendo esta novela.

Eduardo Fraile

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