sábado, 18 de agosto de 2018

I♡WA


          
          Mi pequeño dinosaurio dinosaurito. Recorro con la lengua tu columna musical. Sabes a cuerda de piano, a metales que fulgen en el atardecer. Tú eres mi paseo del crepúsculo, mi Sunset Boulevard lleno de estrellas que piso acariciándote. Tienes cosquillas hasta en esta deliciosa cordillera/cremallera. Andes lo que andes no te andes por los Andes… Andes que voy descendiendo hacia Chile, hasta las regiones sacras y coxígeas más australes de Ushuaia. Iowa/ Ushuaia…
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               Mi pequeño dinosaurio. Te desperezas y el Universo se estremece de placer. Sacudes el mundo con un coletazo y todo comienza  funcionar. El sol saca tus picos, tan parecidos a las púas de tu columna, y todas las cosas sonríen con tu sonrisa. Ésa es la conexión. Primero me contagias a mí, y luego la vida renace…
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           Mi pequeña dinosauria: soplo delicadamente sobre las gotas de sudor que resbalan por tu espalda. El sol hace brotar este delicioso rocío sobre ti. O las persigo con la lengua hasta que me entregan su sabor marino como un néctar del que emana la vida. Marinero mío, te dice el mar que soy, las olas de mis caricias. O mi mar, si el marino soy yo, remando y remándote sin fin…
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             Si alguna vez me despertara y no estuvieras ahí, si alguna vez no me quedara más remedio que recordarte, si alguna vez incluso tu recuerdo se me desvaneciera por completo entre la niebla del pasado…

Eduardo Fraile

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