sábado, 16 de diciembre de 2017

Se están diciendo adiós

Se están diciendo adiós, pero parecería justo lo contrario. Se besan desaforadamente, con los ojos abiertos, asomándose al abismo que van a abrir entre ellos y al que se precipitarán. Ella me recuerda a quien fuiste conmigo, el pelo a la garçon, unos pendientes de plata resbalando sobre el lóbulo. Él me recuerda  a mí. Se besan como ciegos los rostros, la mirada. Como si no se conocieran de memoria cada centímetro de sed, cada oasis, cada hoja de cada palmera y cada nervadura de cada una de esas hojas. Se desean a muerte una vez más, más allá del deseo. No hablan. Se lo dicen todo a tal velocidad que quedan excluidas las palabras. Dios, qué hermosos son en el dolor de la pérdida, qué belleza más insoportable les arrebata de sí. No es justo. No se merecen el sufrimiento, la agonía del improbable futuro un futuro donde no estarán juntos, la aniquilación. Saben que van a buscarse el uno al otro en otros (lo saben sin saberlo del todo, sin quererlo saber bien, sabiéndolo exactamente), pero que no volverán a encontrarse jamás.



Eduardo Fraile

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