Tu
belleza me deja estupefacto,
ta beauté me laisse
stupéfait.
Te
toco y no puedo creerte,
te
acaricio como si preguntara por qué
o
cómo, o qué he hecho yo para merecerte
(o
más bien por qué no mereciéndote
te
has entregado a mí).
Y
meto mis dedos dentro de la herida
(ya
no sé si en tu pecho o en el mío)
una
y otra vez,
hasta
perder la fe,
hasta
perderme en el árbol del conocimiento…
***
Duermes
como un piano de cola que se queda abierto
tras
una noche entera de jam session
o
como el dinosaurio de Augusto Monterroso
(porque
el que se despierta en su cuento mínimo es el dinosaurio)
con
toda la columna vertebral en escalera
hacia
el cielo.
Stairway to Heaven…
***
Sé
que te marcharás, que me dejarás, que te irás de mi lado,
de
la misma manera que viniste…
a
mí. De la misma increíble y mágica y sobrenatural manera
en
que posaste tus ojos sobre mí y me elegiste.
Es
fácil creer que merecemos el ángel que nos pasa
y
quizá lo perderemos por eso precisamente.
Sé
que tras cada instante hay una esquina
por
la que puedes desaparecer.
No
creo que pudiera despertar de ti sin tu presencia a mi lado,
pero
tengo que ir haciéndome a la idea
de
que te perderé.
***
─Nunca
me había sucedido esto: escribir desde la dicha, desde la felicidad, desde el
estupor de ser amado. Te debo esta sacudida, esta dislocación del punto de
vista, este salirme de mí para verme en el ángulo donde no pensaba estar jamás,
porque era allí donde antes miraba: el horizonte del deseo. Y por eso ahora
miro al futuro sin ti.
***
De
Iowa a Nevers
Mi querido poeta:
He leído tus maravillosas tonterías
mientras estabas dormido. Yo no te voy a dejar nunca. Entiendo tu temor a
perderme. Es natural. También yo quiero que esto que me pasa contigo no se
acabe jamás. También yo tengo miedo, en el fondo del charco de mi felicidad.
Debe ser como los que tienen mucho dinero y cuanto más tienen más temen
perderlo todo. No sé lo que nos deparará el futuro, pero doy gracias al cielo
por cada día contigo, por cada hora contigo, por haberme sentado a tu lado
aquel día en nuestro café. Y aunque me gustan mucho tus canciones, prefiero que
no imagines en ellas lo que no queremos que suceda ni en las palabras ni en los
sueños, y mucho menos en la realidad.
Es una orden.
Tuya forever,
I.
Eduardo Fraile
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