(Habitación
de hotel. Interior/noche)
IMÁN: Pues sí que me tenías ganas, ¡uf! Quieto,
descansa un poco. Va a amanecer
dentro de media hora.
Luego pedimos que nos suban el desayuno.
POETA:Me comería un par de
jabalíes, o mejor dos gacelas de las que pastan en los
valles de … ¿De dónde
eran los valles del Cantar de los
Cantares?
IMÁN: Ay, poeta, ya sabía yo que manejarías tu
lanza igual de bien que la pluma, de lo
que me has dado
cumplida satisfacción.
POETA:Mejor no nos dormimos, sigue
hablándome. ¿Hasta cuándo podemos quedarnos?
IMÁN: Si quieres ampliamos la reserva y nos
quedamos durmiendo todo el día, salimos
para cenar y volvemos
a que termines de saciarte de mí.
POETA:¡Vale, perfecto!, pero no
creo que me baste con dos noches.
IMÁN: Confórmate por ahora. Ya te veía yo
necesitado de saber lo que es bueno. Estoy
acostumbrada a notar
en mí el deseo de los demás, pero el tuyo era distinto: un
bloque de estupor, un
cubo de hormigón armado, como los de las escolleras.
POETA:Y entonces decidiste cortarte
la trenza y vender tu vellocino de oro. Aunque con
el pelo así estás
incluso más apetecible.
IMÁN: ¿Y te imaginabas que debajo del abrigo…?
Para, espera, vamos a… ¡No! ¡Sí!
¡Ay! Lueg…
Eduardo Fraile
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