Hoy
es martes 17 de octubre
de
2017. Ya han llegado las primeras cigüeñas
a
la ciudad. Cada año su excursión migratoria
es
más breve, casi se dirían unas discretas vacaciones.
En
nuestra infancia llegaban por San Blas, en febrero,
pero
por causas distintas esos casi seis meses
en
latitudes más meridionales se han ido reduciendo.
A
primeros de septiembre dejan nuestra ciudad
huérfana
de sus alas, adelantándose a las golondrinas,
que
─ellas sí─ perseveran en su larga migración
hasta
mediados de marzo. Estos últimos años
volvían
en noviembre, pero hoy me han asustado,
tomando
en el amanecer las torres por grupos familiares,
como
repartiéndose la ciudad. Este año tan seco,
tan
dilatadamente caluroso (de hecho, hoy es el primer día del otoño
propiamente
dicho). Todo anda así de raro.
Los
enterados hablan y se les llena la boca con el cambio climático.
Pero
yo veo algo más. De hecho, las veleidades
de
la meteorología es lo que menos me preocupa.
El
planeta hace bien en intentar librarse de nosotros.
Eduardo Fraile
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