¿Qué has hecho todos estos años? Sé
que has escrito libros, pero ninguno era nuestro libro, y por eso sabía que aún
estabas enamorado de mí. Que aún eras Nevers, que aún eras Denver, que todavía
me esperabas más allá de la esperanza. Recuerdo cuando leímos en el diccionario
de Domínguez, aquel de 1850, las dos o tres páginas que se tira para definir Esperanza. Yo a veces te recuerdo así,
nos recuerdo así, aquellos días de nuestro refugio en Balneario. No he vuelto a
España, pero ahora puedo recorrer la calle Juan Mambrilla en Google Maps y veo que ahora es peatonal
y que ya no está la imprenta… Y quizá nos veo a los dos tras la ventana del 13,
con esa bonita verja que fue nuestra jaula de oro aquellos días…
Estás guapo en las fotos de los
libros. Y las pocas que veo en Internet.
Ya me doy cuenta de que huyes de esas cosas… Sé que no me has olvidado. Todavía
te duelo, ay Dios. Todavía te duelo lo bastante como para escribir de los dos y
hacerte millonario. Seguro que has vivido de milagro con tus libros preciosos.
Deberían conocerlos en todo el mundo y veo que apenas se ha traducido alguno al
francés. Escribe nuestra historia. Ya verás como vendes 100 millones de
ejemplares. Y lo bueno es que eso te servirá para que tu poesía se extienda por
el Universo. A mi pequeño planeta llegará el eco de tu éxito interestelar. Es
lo que te mereces, mi amor de cuando fui aquella chica. De cuando me hiciste la
mejor.
Escribe. Escríbeme con tus palabras.
Usa la pluma que te regalé, si todavía la conservas. Y ya sabes, mi Poeta: ¡Es
una orden!
Eduardo Fraile
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