sábado, 14 de septiembre de 2019

Polvo de estrellas



—Me gustan mucho tus pelos: en las piernas, en el pecho. Y luego la delicadeza de tu cuerpo: pareces un Cristo yacente. Ya te lo veía en los pies, pero todo tu cuerpo es ascético, delgado pero firme, masculino y femenino. Y los pelos te quedan genial. Me encantas.
—Tú tampoco estás mal. A mí también me encantan tus pelos.
—¡Oye!
—Estás recubierta de un finísimo vello dorado que hace que parezcas de oro. Nunca había visto nada igual.
—Mejor. Te prefiero virgen.
—Sí, se puede decir que hasta que te he conocido…
—Dices conocido en lenguaje bíblico.
—Sí, bíblico y glíglico y metafórico y jitanjafórico.
—Vaya, que tu primer polvo estelar ha sido conmigo.
—Estelar, interestelar, galáctico… ¡Un cometa!
—¡La Vía Láctea!
—Uf. Hay algo en el Universo, no sé, las galaxias, las nebulosas parecen torbellinos de semen…
—Pues eso. ¡Polvo de estrellas!

Eduardo Fraile

No hay comentarios:

Publicar un comentario