sábado, 5 de enero de 2019

Hasta la Luna y vuelta


─¿Tú crees que nuestro amor será recordado más allá de nosotros, o de los que nos hayan conocido?
─Sí, estoy segura. Más adelante escribirás un libro sobre mí. Ese libro te hará rico. Te hará famoso.
─No quiero ser rico ni famoso ni nada. Parece que todo eso sea a condición de que tú ya no estés allí.
Tonto, que no. Yo tampoco quiero que eso pase si para ello tengo que perderte.
─Ay Dios. Para ser inmortal hay que morir.
─Somos mortales. Los dioses nos envidian por ello.
─Y a nosotros nos seduce la eternidad, la perdurabilidad de lo efímero que somos y de lo que hacemos.
─Los artistas entendéis bien esa aspiración, esa pulsión que hay en los humanos.
─Y las mises como tú. Tu belleza es lo más parecido al Paraíso.
─Y mi belleza se marchitará y tú ya no querrás estar en mi jardín, comiéndome las manzanas.
─Tonta. Tú serás bella siempre. El tiempo y el espacio no podrán hacerte nada.
─Ahí está. El tiempo y el espacio me destruirán, pero lo que seré en tu libro perdurará más allá de nosotros.
─O sea que tengo que escribirte, o sea que me enamoraré del personaje de ficción como lo he hecho con la chica real…
─Algo así. Pero yo quiero que me sigas amando en la realidad y en la ficción, hasta el final.
─Hasta el infinito y más allá.
─¡Hasta la Luna y vuelta!

Eduardo Fraile

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