sábado, 13 de junio de 2015

El alquitrán



Aún hoy, ya bien entrada la década segunda
del siglo XXI, por sorpresa, a traición, un olor a otro tiempo,
un fortísimo olor casi medieval, a defensa de castillos
o cosa así, nos asalta: la brea, el alquitrán,
el betún gordo de restañar las calles
de la ciudad. Pienso en mi infancia, la pez
que unos hombres oscuros extendían casi a mano,
como echando remiendos
al pavimento. Una máquina locomotora
(que expelía un humo denso e infernal) muy parecida
a las de los trenes de carbón, producía esa lava
negrísima. Y nos tapábamos con fuerza la nariz
para no envenenarnos con esas tufaradas
benditas, que hoy nos devuelven de nuevo aquellos días
resucitados. Qué magdalenas insólitas
de Proust produce nuestra ciudad. Aquí estoy, respirando
a pleno pulmón el aire infecto,
maravilloso y letal
del Paraíso.

Eduardo Fraile

No hay comentarios:

Publicar un comentario