─¿Qué
habrá en Des Moines, además de chicas guapas? ¿Será una pequeña ciudad o una
gran urbe? También me gusta Leclerc como nombre. Mucho francés por ahí, a ti te
va a encantar.
─Suena
a más pequeña que Iowa City.
─Podemos
ver las dos, y luego decidimos dónde quedarnos una temporada.
─Sí,
sí. Aunque la primera idea es la que cuenta. Des Moines, y desde ahí hacemos
excursiones.
─A
ver cómo nos apañamos. Allí usan el coche para todo y ni tú ni yo tenemos
carnet. Nos vamos a gastar fortunas en taxis.
─Llamaremos
la atención más por eso que por tu bellez y tu guapez y tu maravillosez.
Pensaremos en algo.
─Tonto,
que yo levanto la mano y para un chófer.
─De
los de gorra de plato, señorita. ¿Sabes de dónde viene chófer?
─Del
francés chauffeur?
─¡Sí!
¿Pero qué es chauffer?
─¿?
─Calentar.
Los primeros conductores de automóviles tenían que calentar el motor para
arrancarlos. Literalmente. Tenían que hacer una pequeña hoguera en el suelo…
─¿Tú
eres mi chauffeur?
─Volontiers!
─Aunque
yo ya estoy caliente siempre contigo…
─¿Desea
la señorita que también sea su réfrigérateur?
─¡Por
favor, que lo he menester!
Eduardo Fraile
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