Ella es el hecho diferencial,
de azul eléctrico
entre la grisura mediocre de
los patanes. Su belleza novísima
(porque la belleza es siempre
por primera vez), su voz valiente
y clara acariciándonos. Quizá
este despropósito,
la Náusea que sentimos al oír
el martilleo
recalcitrante de quienes han
cortado las bolsas que sonaban,
que tintineaban como risas de
doncellas,
y un ala de cada parvulito…
quizá los altos cielos
arañados de Cataluña (o de Catalomnia,
como soñaran megalómanos)
hayan tenido que sangrar para
que Inés surgiera
como Juana de Arco y se
encarame a la muralla del hastío
y del vómito con su mirada de flecha natural.
No ha nacido una estrella (la
que ella lleva dentro),
simplemente una mujer arde en
la oscuridad
de las cavas de la ignominia,
y amanece.
Eduardo Fraile
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