Aurora García Gordoncillo, in memoriam
Alma de niña, cara de pajarillo
travieso que cayó
del nido y luego tuvo que
arreglárselas sola
por los caminos de la vida. Su
delgadez, su dulzura,
su terrible cojera, inclusive,
producida por la poliomielitis,
que ella tornaba grácil, casi
maravillosa…
Aurora,
ahora vuelas de verdad por el
aire limpísimo
de tu mirada, sin dificultad,
sin medida.
Recuerdo cuando tu casa era el
despacho de Teléfonos
de Castrodeza. Cuántas veces
me trajiste las voces de mis
padres, o venías a avisarme
o a portar un recado con
diligencia milagrosa,
mensajera y, ahora bien lo sé, ángel.
Me recordabas a mi madre, la
misma piel sin mácula,
animada por un fuego interior
de pureza y bondad.
Ahora voláis juntas por un
cielo tersísimo
y noto sobre mí vuestra caricia
infinita…
Eduardo Fraile
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