Tú, lo que tienes que hacer es escribir una novela. Te
forrarías. Porque escribir, escribes de puta madre, nadie escribe como tú hoy
en España. Pero te empeñas en hacer esos libros de versos que sólo leen las
tías. Joder. Al menos no te faltarán lectoras que llevarte a la cama, pero
pasta, lo que se dice pasta, nunca te va a sobrar. Mírate, si no tienes ni un
puto traje decente, que pareces un clochard con ese look
descuidado que te gastas ahora, con lo que siempre te ha gustado a ti la alpaca
inglesa. Lo que tienes que sufrir. Tú escribe una novela. Escúchame. Qué
necesitas. Yo te adelanto lo que sea, a cuenta de los derechos de autor. A ver,
cuánto cobras tú de derechos por esos librillos evanescentes, delicuescentes e
inconsútiles, eso si te los pagan los cabronazos que te los editan, que seguro
que se aprovechan de ti. Como si lo estuviera viendo. De verdad, yo te
financio. Elige un país, llévate un par de musas de esas delgaduchas y
angelicales que te ponen a ti. Te doy un año. Pero tienes que escribir una
novela, que aquí sólo se vende la novela. Y te la edito yo. Nos haremos de oro.
Te darán todos los premios. Volverás a los viajes, los hoteles de tropecientas
estrellas, las señoritas de la alta sociedad. Vamos, lo que tú te mereces. Lo de
las traducciones déjamelo a mí, lo gestiona la agencia. Tú no tienes que
preocuparte de nada. Arrasarás. Toma, esto para empezar. Cómprate ropa. El
lunes firmamos el contrato. Un año. Una novela. Ya lo sabes. Y déjate de
leches. Mucha acción, mucho sexo, mucho mucho de todo. Bien gorda, que la
podamos vender a 25 pavos, 2,50 para ti, menos impuestos. Vente el lunes y
cerramos los detalles. Joder, joder. El Nacional, el de la Crítica, el
Cervantes, el Princesa de Asturias… ¡Y el Nobel, te darán el premio Nobel!
Eduardo Fraile
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