Las
ranas croan en los puentes
del
Hontanija. Oigo su bella música, extinta ahora
bajo
el dominio del invierno. Las oigo entre las risas de unas niñas
pelirrojas
que juegan
a
capturarlas. Risas de plata pura
que
se engarzan en los chapoteos
y
los rayos del sol. Yo estaba allí, con mi caña, pescando
peces
con lombriz. Seguro que me daría igual
que
su revoloteo los espantase,
verdes
suspiros que serpenteaban
hacia
la presa del molino. Perlas de luz,
gotas
de paraíso. Un leve escalofrío
me
recorre el recuerdo
mientras
ellas se alejan en sus bicicletas
hacia
el futuro.
Eduardo Fraile
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