(Iowa/Nevers,
almacén de la editorial Balneario)
─El
cielo es esto, ¿no?
─El
cielo es… Oye, ¿te has fijado que el patio de esta casa tiene unas columnas
como las de la Anunciación de Fray Angélico?
─Pues
tienes razón. Vamos a buscarla en un libro de Arte, o del Prado, que está en el
Museo del Prado.
─El
Prado es mi tierra natal. Las Meninas son el Km. 0 de mi corazón.
─En
el cuadro de Fray Angélico hay una golondrina…
─¡Qué
observadora! ¿Ves? Esta conversación sólo podría tenerla contigo. ¡Pero si
recuerdas la golondrina de La Anunciación!
─La
de Fray Angélico. No recuerdo haber visto otra en otras Anunciaciones. Palomas
sí, pero no recuerdo golondrinas.
─Eres
increíble. Literalmente increíble. Pero eres real. Te toco.
─Y
yo te toco a ti. Así que el cielo tiene que ser esto.
─Y
luego están los cánticos de las monjitas. Hay horas en que los coros de los
ángeles cantan para nosotros.
─Y
las máquinas de la imprenta imprimen tus libros del Futuro.
─Seguro
que en el Futuro ya no harán ruido las máquinas. Ni los coches pasarán por
aquí.
─Pero
en algún pliegue del Tiempo siempre estaremos tú y yo así, como ahora, diciendo
estas palabras.
─Mi
ángel.
─Que
no, que el ángel eres tú…
Eduardo Fraile
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