Mi poeta,
te
estiras como un gato. Tú sí que eres gatuno y felino y con bigotes. Yo, la
verdad es que no tengo nada de dinosauria, por mucho que te empeñes en tocarme
la columna vertebral. Cuanto más gato te pones yo me hago más pájaro y más alas
me crecen en los omoplatos. Me encanta verte estirarte así, completamente
satisfecho después de haberme devorado…
***
Ahora me parece que todo lo anterior
a ti se va desdibujando, desleyendo, y aunque es mi vida creo que se me va a
caer como una piel de serpiente. Mira, a lo mejor sí voy a tener algo de
reptil. Pero no, mi nueva piel la construyes tú con tus caricias sobre las
caricias de ayer, sobre las de mañana…
***
Si alguna vez me saliera decirte cariño, dame cincuenta latigazos. Si alguna
vez te digo que te quiero mucho (e incluso muchísimo) véndeme en el mercado de
esclavas, porque mucho (e incluso muchísimo) no es todo ni es por tanto suficiente. Si alguna vez dejaras de quererme
arrójame a las aguas del río del olvido.
***
Ahora no pienso en nada sino en ti.
Cuando me duermo en tus brazos, colmada de tu amor, exhausta, saqueada,
mordida, dolorida y feliz… ¿en qué otra cosa podría posarse la mariposa de mi
anhelo? Mi aliento, mi aire, mi respiración eres tú. Y me despierto de ti para
encontrarte a mi lado. Digo tu nombre antes de decir el mío, antes de saber
quién soy. Y tu sonrisa cuando abres los ojos y me ves me devuelve la vida.
***
Nevers vers moi
mon vers c’est toi
mon Univers
et mon égal
el mon divers
mon Nevermore
et mon toujours
viens avec moi
embrasse-moi
renverse-moi
(Para que veas que perfecciono mis lenguas
para estar a tu altura, aunque nos podemos repartir el trabajo: yo me encargo
del inglés y tú del franchute. ¡Seremos invencibles!)
Eduardo Fraile
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