sábado, 27 de enero de 2018

Le Carré

Su mirada como el cielo de un poema
de Bertolt Brecht sobre el que se posara un instante
la nube blanca de sus cejas, no sé, leí sus libros
con ansiedad, noches enteras
persiguiendo a Ann Smiley por frases como calles
de una ciudad que no era Londres, sino mi corazón.
Hoy es un siglo nuevo y él pastorea su edad
(el rebaño de ovejas como nubes
de sus años sin ella) como un Dios compasivo
de dulzura inquietante. Qué hacer
con la redonda eternidad después de haber causado
(al crear su belleza) semejante turbación
en el Universo.
Quienes hemos amado
(y él es el primero) de verdad su criatura de ficción,
es decir, quienes hemos sido también sus personajes,
le debemos una vida.
La mejor


Eduardo Fraile

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