Yo
soy de La Salle,
lo digo así, en una
especie de presente eterno
y con infinita gratitud
Estuve
allí, la Sala
tenía
mi nombre, y a la vez era yo
quien
la habitaba, quien la inauguraba,
quien
hablaba con palabras que no me oía decir
a
los allí presentes, quien escuchaba en cambio voces recuperadas
por
un efecto podríamos decir óptico/acústico de la memoria:
y
quizá entre aquellas voces que venían a envolverme
en
su dulzura incomparable, estuvieran también las de mis padres,
orgullosos
de mí por una vez, o incluso, si aguzaba la vista
─si
aguzaba el oído─ oyese a un escolar
que
me sonaba tanto, que tenía
su
nombre casi en la punta de la lengua…
Eduardo Fraile
Fot:
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