Parece que los americanos escudriñan con sus satélites
espías y sus aviones Awacs el perímetro nigeriano en busca de las 200
niñas cristianas secuestradas por el grupo yihadista Boko Haram. Los
ingleses y los franceses también han ofrecido sus servicios al gobierno de ese
país para liberar a unos ángeles oscuros de la mano más negra aún de la
barbarie. Quizá cuando pedíamos para el Domund con nuestras huchas
durante aquellos años franquistas de la infancia era para estas niñas, o sus
madres tal vez, para quienes pedíamos. Y los misioneros iban allí a llevarles
libros, lápices y gomas de borrar.
Esas niñas que ahora vemos por la televisión cubiertas
por velos (sus captores dicen que se han convertido al Islam), esas niñas a las
que han arrebatado de sus clases, de sus lecciones de cosas, de sus tablas de
multiplicar, esas niñas cuyo pecado ha sido ése: querer aprender, prendidas por
el fanatismo, por la ignorancia, por la intolerancia…
Y nosotros también hemos querido contribuir a su
liberación, sólo faltaba, a su rescate, y hemos ofrecido al gobierno de Nigeria
nuestro magro concurso: 5 inspectores de la Policía Nacional. Parece poca cosa,
pero cada cual da lo que puede, y más da quien da lo que le haría falta que
quien da lo que le sobra. Son parábolas evangélicas, quizá las mismas que han
escuchado los oídos virginales de estas niñas. Y allá van, o habrán ido, o
estarán sacando billete para ir nuestros inspectores, en busca de pistas,
rastros, qué sé yo, a lo mejor las encuentran vivas en una de las cuevas de Alí
Babá.
Parece cosa de chiste y no lo es, pero me enternece
pensar que hemos enviado a Plinio y Don Lotario a resolver un caso que excede
con mucho de sus parcos recursos… Y en el mundo de hoy, que ellos no vieron
porque Francisco García Pavón no pudo arribar a las costas del siglo XXI, donde
la información se genera y se transmite por caminos en verdad inescrutables, me
inclino a sospechar que quizá ellos, que quizá nuestros inspectores, mucho
mejor que los americanos, los franceses y los ingleses, las encontrarían…
Eduardo Fraile
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